"...Quieres ser un embajador?
Si, quiero – respondio el nino, mientras masticaba pan y agitaba su cabeza.
En el mismo tiempo el lacayo situado detras limpio el nariz del embajador y hizo muy bien porque en la sopa iba a caer una demasiado grande gota ajena..."
Esto es de un libro de Nicolay Gogol que se llama "Almas muertas"
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